Home Economía La fascinante historia de Yap y su peculiar sistema monetario

La fascinante historia de Yap y su peculiar sistema monetario

La fascinante historia de Yap y su peculiar sistema monetario

Un vistazo a Yap, la isla del dinero de piedra

En 1903, William Henry Furness III vivió una experiencia única durante su visita a las Islas Carolinas. Este médico y etnógrafo recordó que la conexión con esos remotos territorios era escasa, con un pequeño vapor que llegaba unas cinco veces al año. En su obra La Isla del Dinero de Piedra (1910), Furness esboza su perspectiva sobre este «mundo civilizado» del que su nación, Estados Unidos, formaba parte.

Furness se propuso permanecer dos meses en la isla de Yap, un lugar que describió como un insignificante punto en los mapas, habitado por personas cuyo entorno no se extendía más allá de un caminata diaria. El significado del nombre Yap en la lengua nativa se traduce como «la Tierra» y continúa siendo relevante para el estudio de sistemas económicos.

Un sistema monetario único

El trabajo de Furness no solo detalló la vida cotidiana de los yapenses, sino que también inscribió un capítulo que atrajo la atención de economistas como Milton Friedman, quien lo consideró fundamental para entender la naturaleza del dinero. En su relato, Furness comentaba la capacidad de los isleños de subsistir gracias a la riqueza natural, pero también su deseo de poseer adornos, resaltando que sin conocer a economistas como Adam Smith, habían identificado que el trabajo era el verdadero medio de intercambio.

Sin embargo, dado que la isla carecía de metales, optaron por un recurso único: las piedras de rai, o fae, que se convirtieron en su forma de moneda durante siglos. Estas piedras eran extraídas y trabajadas en Babelthuap, a 400 kilómetros al sur, y transportadas por intrépidos navegantes yapenses en canoas.

Originalmente, las piedras tenían forma de ballena, pero eventualmente adoptaron una forma circular con un orificio central. Su peso variaba desde 1 kilogramo hasta varias toneladas, lo cual hacía su transporte un verdadero desafío, pero su presencia en la isla se convirtió en un símbolo del poder y la riqueza.

La propiedad abstracta y su valor

A lo largo de la historia de Yap, los jefes tribales eran los encargados de comisionar estas impresionantes monedas. Cuando las piedras llegaban a la isla, los líderes se quedaban con las más grandes y validaban su valor dentro de un sistema más antiguo, que implicaba el uso de yar, una moneda hecha de conchas de perlas.

Este sistema permitía que incluso las piedras demasiado grandes para ser movidas pudieran ser compradas y vendidas, siempre que se reconociera su propiedad, lo que Furness explicó como una forma de posesión abstracta. Relató anécdotas sobre familias ricas que nunca habían visto sus rai, debido a su hundimiento en el mar durante tormentas.

Inflación y la llegada de David O’Keefe

La valoración de las piedras rai no solo se basaba en su tamaño, sino en un cálculo complejo que abarcaba el esfuerzo de su extracción, la calidad, el trabajo artesanal y el contexto histórico que las rodeaba. Sin embargo, la llegada del aventurero David O’Keefe a finales del siglo XIX transformó radicalmente la economía pétrea de Yap. Después de naufragar en la isla, O’Keefe utilizó recursos locales para hacerse rico, pagando la mano de obra con rai.

Pero al usar herramientas modernas y dinamita, produjo piedras que, aunque más grandes y mejor trabajadas, no conservaban el valor cultural de las tradicionales. La inflación repentina que causó fue un fenómeno inesperado.

Un símbolo de riqueza arraigado en la memoria colectiva

Más que simples objetos de intercambio, las rai eran parte fundamental del tejido social de Yap, donde la memoria colectiva determinaba quién poseía cada piedra. A pesar de que los discos más pequeños se utilizaban en transacciones diarias, los más grandes simbolizaban poder, usándose en ocasiones especiales como matrimonios y acuerdos diplomáticos.

Un episodio en el territorio, durante la administración alemana, mostró como el valor de las rai estaba profundamente entrelazado con la vida de los yapenses. Las autoridades coloniales intentaron forzar reparaciones en los senderos de coral del pueblo, pero el desdén hacia su autoridad llevó a soluciones creativas, marcando algunas piedras de rai como propiedad del gobierno. Este acto condujo a una rápida restauración de los caminos, demostrándose que la propiedad era más que un simple acto físico.

Reflexiones sobre el dinero y la memoria

Décadas después, Friedman citó este suceso y cuestionó la lógica detrás de las prácticas de Yap. Contrastó esto con la economía estadounidense en 1932, cuando la simple etiquetación del oro en bóvedas se convirtió en una fuente de preocupación por una «fuga de oro». Esto llevó a una serie de eventos que culminaron en el pánico bancario de 1933.

El paralelo es indudable: tanto los yapenses como los bancos necesitaban símbolos para validar su riqueza. ¿Realmente somos tan diferentes?, inquirió Friedman al explorar cómo el dinero se basa en mitos compartidos. La transición de la memoria humana a la memoria digital ha demostrado que, un siglo después, no hemos cambiado tanto, con el consenso global impulsando nuestro valor.