El futuro incierto del Gobierno argentino
El kirchnerismo no oculta su descontento por cómo Javier Milei logró evitar un colapso inminente. En este contexto, el Gobierno se verá obligado a revisar tanto su estrategia económica como su enfoque político. Sin embargo, hasta el momento han encontrado una forma de eludir las consecuencias de sus propias fallas y la presión constante de los mercados y la oposición legislativa.
Las posibilidades del Gobierno de aguantar hasta el 26 de octubre y realizar una elección aceptable —no la excelente que alguna vez aspiraba— se han incrementado, gracias a la asistencia del Tesoro de EE. UU. y una jugada estratégica para obligar a las liquidaciones del sector agropecuario.
Las consecuencias de una estrategia improvisada
Es justo mencionar que toda esta maniobra parece haber sido demasiado improvisada y tendrá un costo elevado. No obstante, es un sello distintivo de este Gobierno, que ha actuado según sus posibilidades: improvisar. Al hacerlo, se han ganado el derecho a afirmar que sus críticos han errado nuevamente, en especial dirigiendo su crítica hacia los «econochantas», quienes sugerían dejar que el dólar flotara libremente. A quienes siguieron esos consejos les fue mal, ya que perdieron cerca de un billón de pesos apostando contra el Central.
El contexto cambiario y la debilidad política
Aunque Milei y Caputo están logrando salir airosos de esta crisis inicial, las siguientes batallas serán mucho más complicadas. Es evidente que se necesitará reevaluar las actuales bandas cambiarias después de las elecciones, dado que mantener un piso de 900 es absurdo y solo gasta energías innecesariamente. Además, la incapacidad del oficialismo para proveer apoyo político a su programa de estabilización es evidente, especialmente en el Congreso.
Por lo tanto, aunque Milei tenga un buen desempeño en las legislativas, las probabilidades de aprobar reformas esenciales y hasta el propio presupuesto, serán limitadas.
La necesidad de recuperar aliados
Es imperativo que el Gobierno reconozca la necesidad de modificar su estrategia política y busque reconstruir alianzas que ha perdido a lo largo de este año. Si decide aprovechar esta salida momentánea para intentar gobernar en solitario, es probable que esa ventaja sea efímera. Además, no podrá ignorar los costos acumulados por errores pasados: alcanzar un riesgo país de 500 y regresar a los mercados de deuda parece fuera de su alcance, y la recuperación económica será más lenta de lo anticipado.
Reacciones de la oposición
Por su parte, numerosos opositores han intensificado sus críticas, profundizando la polarización. No han dejado pasar la oportunidad de reiterar que el salvataje por parte de Trump es prueba de que enfrentan a un «fascista» y un «vendepatria», sin brindar crédito alguno al hecho de que se haya evitado un nuevo colapso económico.
En este sentido, Axel Kicillof, gobernador bonaerense, se pronunció diciendo que el programa de Milei es un «manotazo de ahogado» y que no se puede esperar nada positivo de su continuidad. Los legisladores del kirchnerismo están preparados para objetar el reciente acuerdo con el norteamericano, olvidando que celebraron un convenio similar con los chinos cuando su jefa estaba en el poder.
En resumen, el kirchnerismo no cesa en su lamento, no tanto por las decisiones que está tomando Milei, sino porque parecen estar dando resultado: han logrado contener el dólar y disminuir el riesgo país. Desde el inicio, su única apuesta ha sido el fracaso de Milei, una narrativa que une a todos los opositores.