Caminos de un cineasta
Después de varios años con restricciones que le prohibieron salir de su Irán natal, el destacado cineasta Jafar Panahi disfruta de su gira internacional para promocionar su más reciente filme, Un simple accidente, que obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes y que Francia ha postulado para los Oscar. Durante su estadía en Estados Unidos, Panahi expresó que se siente «muy contento» con el reconocimiento a su película, que apunta a formar parte de las nominaciones a la mejor película internacional en la próxima edición de los premios de la Academia.
El desafío de rodar en secreto
El filme, que narra la historia de un torturador del gobierno iraní que se encuentra entre sus antiguos prisioneros, enfrentó dificultades significativas durante su producción. El rodaje se llevó a cabo en la clandestinidad, y la policía detuvo la filmación en varias ocasiones, obligando a la producción a completar el trabajo de forma apresurada unas semanas después. La posproducción fue realizada por una compañía francesa, lo que permitió que Un simple accidente pudiera ser presentado como una película francesa en la contienda por los premios Oscar.
Un deseo frustrado
Este logro presenta un sentimiento agridulce para el director de 65 años, quien deseaba que las reglas de la Academia cambiaran para que los artistas iraníes que sufren censura por parte de Teherán pudieran competir como representantes de su país. «Yo realmente quería que fuera por mi propio país. Pero cuando una sociedad está oprimida, surgen ciertas dificultades», confesó Panahi en farsi, durante una entrevista en Los Ángeles.
Críticas al sistema
La exigencia de que las autoridades de cada país elijan sus candidaturas para la categoría de mejor película internacional en los Oscar ha sido criticada últimamente, especialmente ante el aumento del autoritarismo en diversas partes del mundo. Panahi señaló que este proceso «reduce y socava la independencia de los cineastas». A pesar de las limitaciones impuestas, él continúa creando, habiendo sido encarcelado en dos ocasiones y teniendo prohibido hacer películas en su país, hasta poder salir en 2023.
«El cine iraní es humanista y siempre ha sabido conectar con el público de todo el mundo», declaró Panahi, haciendo referencia a películas premiadas como las de Asghar Farhadi y Abbas Kiarostami.
Un panorama más hostil
Los cineastas iraníes han logrado sortear las presiones del régimen, pero sienten que la situación es cada vez más complicada. La represión ha aumentado considerablemente tras la revuelta popular de 2022, que se originó por la muerte de la joven Mahsa Amini bajo custodia policial. El año pasado, el director Mohammad Rasoulof se vio obligado a exiliarse para escapar de una condena a ocho años de prisión tras rodar La semilla del fruto sagrado, que fue postulada por Alemania en los Oscar. Panahi y Rasoulof fueron arrestados juntos en 2010 mientras trabajaban en una película.
Superar la violencia
Desde entonces, Panahi ha perfeccionado sus técnicas de rodaje en secreto. Gran parte de Un simple accidente tiene lugar dentro de una camioneta, que también sirve como refugio. Además, algunas escenas se grabaron en áreas desérticas y en barrios poco transitados. «Cuando uno vive en un lugar, como lo conoce bien, consigue las formas de escapar», dijo el director. La película, inspirada en su experiencia en prisión, presenta a iraníes debatiendo acaloradamente sobre el futuro de su carcelero, que ha sido secuestrado. A través de esta narrativa, Panahi presenta la lucha de un Irán en el que el dominio de los mulás se está desmoronando y que plantea dilemas morales de relevancia colectiva.
En su visión, la película no solo se centra en el contexto actual, sino que invita a reflexionar sobre el futuro. «Como cineasta, uno piensa en las personas que vivirán en ese país en el futuro y en cómo debe sembrar las semillas para superar la violencia», concluyó.
