Un destino cautivador en el corazón de Francia
Ubicada en el valle del río Tarn, Albi es una joya pintoresca que invita a ser explorada a pie. Con una arquitectura que recuerda a la Toscana, esta pequeña pero asombrosa ciudad es conocida por su vibrante entorno vitícola, paisajes serenos y una rica cultura que ha perdurado a lo largo de los años. Aunque alberga la catedral de ladrillo más grande del mundo y fue reconocida como patrimonio mundial en 2010, Albi sigue siendo menos conocida que otras ciudades del sur de Francia, a pesar de contar con monumentos de gran importancia cultural.
Historia y arquitectura de Albi
El castillo de Albi, más antiguo que el emblemático palacio de Avignon, se presenta como un destino singular con varios tesoros de la humanidad protegidos por la UNESCO. La ciudad es un ejemplo significativo de la arquitectura medieval y renacentista de Francia, lo que permite disfrutar de cada rincón mientras se pasea por su compacto casco histórico. Los visitantes pueden maravillarse con las casitas de ladrillo, claustros y jardines mientras degustan un crepe de marrón glacé.
Además, Albi es hogar de la colección más extensa del mundo del famoso artista Henri de Toulouse-Lautrec, que ofrece vistas impresionantes del río Tarn. Construida con ladrillos elaborados localmente, la catedral de Sainte-Cécile se erige como la más grande del mundo en su tipo, con un campanario de 78 metros de altura y un interior adornado con frescos de 18 m² que presentan un profundo azul y decoraciones que la clasifican como la catedral pintada más grande de Europa.
El Palacio de la Berbie y sus tesoros
Adyacente a la catedral se encuentra el Palacio de la Berbie, una fortaleza que destaca por su imponente color rojizo. Este palacio episcopal es uno de los mejor conservados de Francia, ofreciendo un «jardín notable» que es tanto perfecto como colorido, situado junto al río Tarn. Entre sus maravillas también se halla el Mappa Mundi, un pergamino del siglo VIII que representa el mundo, considerado un hito en la historia de la cartografía.
La fortaleza histórica
Construido en el siglo XIII, el castillo de la Berbie es uno de los más antiguos de Francia y se erige estratégicamente en una colina, ofreciendo vistas panorámicas sobre el río Tarn. Su función defensiva fue transformada en el siglo XV cuando se adaptó como residencia. Clasificado como monumento histórico en 1862, su conservación es sobresaliente y es un claro ejemplo de la arquitectura medieval y renacentista.
El Museo Toulouse-Lautrec
El palacio también alberga el museo Toulouse-Lautrec, dedicado al célebre artista nacido en Albi en 1864. En este espacio se puede explorar la biografía y la obra de Toulouse-Lautrec, quien padeció de una enfermedad genética que afectó su estatura y su silueta. El museo cuenta con más de 220 pinturas, 560 dibujos y 185 litografías, que representan paso a paso su producción artística, desde sus primeros trabajos hasta sus retratos de personajes de los famosos cabarets parisinos.
Los Jardines: Un Museo al Aire Libre
Los jardines del museo, diseñados con un paisajismo francés, son otro de los atractivos de Albi. Con canteros de formas arabescas y coloridas flores a orillas del río, son de acceso gratuito y están abiertos todos los días hasta las 18 horas (19 en verano). El mirador que ofrece vistas sobre el río permite contemplar la ribera y el barrio de La Madeleine. Asimismo, los visitantes pueden disfrutar de un recorrido que proporciona sombra y los invita a apreciar los diseños del jardín desde una perspectiva elevada. Aquellos que se aventuren al otro lado del río tendrán la oportunidad de explorar todo a través de binoculares virtuales, que ofrecen una experiencia en 3D del antiguo puente y sus alrededores, revitalizando su historia mediante realidad aumentada.
