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Crisis en la industria láctea argentina: un año de quiebras y parálisis

Crisis en la industria láctea argentina: un año de quiebras y parálisis

Una industria en crisis

La industria láctea argentina concluyó el año 2025 atravesando uno de los periodos más desafiantes de su historia reciente, marcado por quiebras, concursos preventivos, fábricas cerradas y conflictos laborales. Este panorama ha revelado el deterioro de un sector crucial para la economía de diversas regiones productivas.

Causas de la crisis

El colapso de empresas históricas como ARSA, La Suipachense y Lácteos Verónica, junto con la delicada situación de SanCor, ha confirmado que la crisis ya no es solo coyuntural, sino que se ha transformado en un problema estructural. Entre las causas se destacan:

  • Retroceso del consumo interno.
  • Precios rezagados frente a la inflación.
  • Aumento de costos operativos.
  • Falta de financiamiento.
  • Desintegración de la cadena de pagos.

ARSA y su caída estrepitosa

El cierre más significativo fue el de Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), conocido por la producción de yogures y postres de SanCor. Fundada en 2016 como parte del grupo Vicentin por cerca de 100 millones de dólares, ARSA se convirtió en un activo destacado del grupo, pero su situación se deterioró drásticamente. En octubre, la justicia comercial decretó su quiebra después de que fracasara un intento de salvataje programado desde un concurso preventivo iniciado en 2024. Las cifras de la quiebra fueron alarmantes:

  • Pasivo reconocido de $49.700 millones.
  • Garantías por $67.300 millones.
  • Más de 540 cheques rechazados por $6.500 millones.

El cierre de las plantas de Arenaza, en Buenos Aires, y Monte Cristo, en Córdoba, dejó a más de 500 trabajadores sin empleo y sin indemnizaciones.

La Suipachense en declive

La situación se complicó aún más con la quiebra de La Suipachense, una emblemática empresa láctea de la provincia de Buenos Aires. El Juzgado de Mercedes ordenó la liquidación de Lácteos Conosur S.A. tras constatar que la empresa no generaba ingresos, acumulando más de 1.000 cheques rechazados por $8.500 millones y manteniendo una actividad completamente paralizada. En su apogeo, la planta procesaba 250.000 litros de leche diarios, pero en 2025 ese volumen había desaparecido, afectando a más de 140 trabajadores y a aproximadamente 180 tambos que interrumpieron sus entregas.

La precariedad de SanCor

Por otro lado, SanCor ha enfrentado su propia crisis, ingresando en concurso preventivo en febrero. A pesar de los problemas financieros y de tensiones laborales, la cooperativa sigue en funcionamiento gracias a acuerdos de producción, manteniendo activos seis plantas con una ocupación cercana al 75%. Sin embargo, su producción actual se encuentra muy por debajo de los niveles históricos, procesando entre 550.000 y 600.000 litros diarios. La estabilidad futura de la organización depende de cómo avance su concurso y de su capacidad para mantener estos acuerdos.

Lácteos Verónica: paralización total

La situación de Lácteos Verónica también es crítica, ya que cerró el año con sus tres plantas en Santa Fe completamente inactivas. Con una deuda con productores de alrededor de $60 millones, la empresa se vio obligada a depender de contratos de producción a fasón, lo que resulta insuficiente económicamente. La falta de confianza por parte de los tamberos ha llevado a la interrupción de la entrega de materia prima.

Señales de un cambio profundo

El cierre de 2025 deja al sector lácteo argentino con una estructura más frágil, evidenciando una concentración creciente de empresas. Mientras que pequeños y medianos productores continúan abandonando el mercado, las demandas financieras y operativas aumentan, complicando aún más la posibilidad de trasladar costos a los precios finales. Este escenario no solo ha llevado a pérdidas significativas, sino que ha acelerado una transformación en el sector, con un menor número de actores y una mayor concentración, reflejando la necesidad de ajustar la cadena láctea en su totalidad.