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Federico Sturzenegger aboga por la desregulación como motor de un cambio cultural significativo

Federico Sturzenegger aboga por la desregulación como motor de un cambio cultural significativo

La desregulación como motor de cambio

El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, argumentó que la estrategia de desregulación implementada por el Gobierno va más allá de la simple simplificación administrativa; busca instaurar un cambio cultural profundo en la interacción entre los ciudadanos argentinos y el Estado. En una columna de opinión, calificó este proceso como una transformación «estructural, profunda y moral».

Un entramado normativo restrictivo

En su artículo, publicado en Clarín, Sturzenegger manifestó que Argentina ha estado atrapada durante décadas en un complejo normativo que ha funcionado como una «frontera interna», más restrictiva que cualquier límite geográfico. Este sistema, compuesto por una superposición de leyes, decretos y reglamentaciones, no solo ha regulado la actividad económica, sino que la ha frenado y sometido a controles constantes.

«La Argentina vivió encapsulada dentro de un ecosistema normativo que parecía diseñado no para ayudar, sino para vigilar, frenar y domesticar la energía creativa del país», destacó el funcionario, al explicar las motivaciones detrás de la creación del ministerio que dirige.

Desnormalizando lo absurdo

Sturzenegger explicó que la desregulación no se trata de eliminar controles de manera arbitraria, sino de desmantelar un esquema que había hecho que lo absurdo se volviera natural. Afirmó que el principal problema no radica en la dificultad para producir o vender, sino en los obstáculos que el propio Estado impone, convirtiendo cada emprendimiento en un «vía crucis administrativo«.

Diferenció dos planos en este proceso transformador: por un lado, el aspecto normativo, que es el más visible y abordable, enfocado en eliminar reglas que solo obstaculizaban. Por otro, el cultural, que es el verdadero reto: modificar décadas de dependencia y un sistema de incentivos que, según él, premiaba privilegios y castigaba la libertad.

Un desafío cultural mayor

«El cambio cultural es mucho más arduo», admitió Sturzenegger, enfatizando que la libertad también puede generar incomodidad en una sociedad acostumbrada a un Estado omnipresente. Comparó la situación actual con «una jaula cuya puerta está abierta, pero de la que cuesta salir».

Deterioro social y emigración

El funcionario subrayó que la necesidad de transformación está vinculada al deterioro social acumulado en los últimos años, incluyendo la emigración de millones de argentinos como una de las consecuencias más evidentes del estancamiento económico y la falta de oportunidades.

Sturzenegger enfatizó que la reforma del Estado no debe ser interpretada como un simple recorte, sino como una «reconstrucción moral». A su juicio, un Estado menos interventor puede también ser más eficaz garantizando reglas claras, horizontales y predecibles.

Reacciones de la sociedad

El ministro además destacó que ya se pueden ver señales de respuesta por parte de la sociedad: «Cuando uno libera la energía de la sociedad, la sociedad responde», sostuvo, haciendo hincapié en la aparición de nuevos proyectos y una mayor dinámica económica tras la eliminación de obstáculos burocráticos.

Reconoció que la transformación está lejos de finalizar, pero aseguró que Argentina ha dejado atrás la lógica de cambios superficiales y parches temporales: «Por primera vez en mucho tiempo, Argentina dejó de caminar en círculos», afirmó.

Una revolución colectiva

Finalmente, Sturzenegger hizo hincapié en que el real triunfo de este proceso no será ni individual ni institucional, sino colectivo. «Argentina se está reencontrando con su mejor versión. Se está animando a soñar. Empieza a creer. Eso, tras tantos años, es en sí mismo una revolución. ¡Viva la libertad carajo!», concluyó.