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La artista polaca que conquistó Buenos Aires con su cocina

La artista polaca que conquistó Buenos Aires con su cocina

La llegada de Marta Wajda a Buenos Aires

Nacida en Varsovia, Polonia, la artista plástica y diseñadora Marta Wajda llegó a Buenos Aires en el año 2022. Desde entonces, su vida ha tomado un giro inesperado: adquirió una casa en Colegiales y estableció su propio restaurante, que, en un corto periodo de ocho meses, se ha transformado en un punto de referencia gastronómico local.

Una ciudad que inspira

«Me enamoré de Buenos Aires porque la gente, cada vez que se encuentra, come», confiesa Wajda. Desde su llegada, Marta ha sido deslumbrada por los aromas y sabores que la ciudad ofrece. Viniendo de un lugar donde más de 200 días al año son nublados, se sintió atraída por el sol y la luz de Argentina. «La luz es vida», dice, mientras recuerda su primer paseo por la ciudad y cómo comenzó a enamorarse de su gastronomía.

Exploración culinaria

  • En Polonia no hay pizzas como las de Buenos Aires.
  • El país europeo posee una gastronomía más rígida, con poco espacio para la creatividad.
  • «Comer es como explorar», dice Marta.

Wajda tiene un enfoque único que combina su pasión por el arte con la cocina. Tras explorar la ciudad, ha encontrado locales icónicos como La Mezzetta, Los Inmortales y El Cuartito, donde la fugazzeta le parece una verdadera locura. Su repertorio gastronómico, que incluye un bistró y una compañía de catering, ha atraído a clientes prestigiosos como Porsche, Adidas y Netflix.

El arte de cocinar

Marta pinta sus platos antes de cocinarlos, integrando las artes culinarias con una estética refinada. Su restaurantes y catering se destacan por su vínculo con la creatividad. Al visitarla, los comensales son recibidos como amigos en un ambiente íntimo donde solo hay espacio para 28 personas.

La cocina de Marta es un espacio donde se mezcla la danza de sus colaboradores y la luz cenital que ilumina cada creación. Cada plato se convierte en una obra de arte, fusionando colores, texturas y sabores. «Un color puede cambiar todo», reflexiona Wajda al presentar una de sus truchas, en la que el arte y el juego son parte fundamental de la experiencia.

La conexión con sus comensales

Marta logra crear una atmósfera donde cada comida es una historia que se comparte. «La mesa es un territorio de paz y encuentro», dice, recordando una invitación a un asado que casi la hizo llorar. Su filosofía gastronómica se basa en que el comer no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma.

En el presente, Wajda ha cautivado a muchos con su pequeño restaurante, donde la aceptación de sus colegas y el boca a boca han jugado un papel crucial en su éxito. «Este lugar ahora es mi vida», finaliza con una sonrisa, reflejando la pasión que siente por su nuevo hogar en Buenos Aires.