La Biblia como colección, no como un solo libro
El entendimiento general sobre lo que representa la Biblia suele pasar por alto elementos fundamentales que invitan a reflexionar sobre su esencia y significado religioso. Un análisis de Diarmaid MacCulloch, profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad de Oxford, señala que considerar la Biblia como un único volumen es incorrecto tanto desde una perspectiva histórica como etimológica. La palabra griega original, biblia, se traduce como «libros», y su contenido varía considerablemente entre las diferentes tradiciones cristianas. Por ejemplo, algunas agrupan **setenta y seis textos**, otras **setenta y tres**, y otras alcanzan apenas **sesenta y seis**.
Diversidad en contenido y función
Esta diversidad no se limita únicamente a la cantidad de escritos, sino que también se extiende a la definición de su función central. MacCulloch señala que etiquetar a la Biblia como «la Palabra de Dios» es un error conceptual dentro del cristianismo. Según su interpretación, el Evangelio de Juan establece que Jesús es el verdadero «Verbo de Dios», implicando que no pueden coexistir dos Palabras de Dios al mismo tiempo. Esto aclara confusiones y motiva un análisis más flexible del significado real de los textos bíblicos.
El académico también resalta cómo, a lo largo de los siglos, los relatos evangélicos han sido reflejo de debates y tensiones internas que desafían la idea de una tradición cristiana uniforme. Las Escrituras, argumenta, revelan diferencias entre grupos que seguían a líderes como Juan el Bautista y Jesús, sugiriendo que la multiplicidad de voces en los comienzos de la fe se traduce en conflictos subyacentes que permean los textos, contrastando con la imagen de uniformidad que muchas versiones tradicionales presentan.
La familia de Jesús y su autoridad
Un episodio notable que menciona MacCulloch es la actitud de Jesús hacia su familia. Los evangelios retratan una relación distante con María y sus hermanos, donde Jesús prioriza a sus seguidores por encima de sus lazos familiares. Este dato es especialmente significativo en contraste con el lugar preeminente que María adquiriría en la devoción cristiana siglos más tarde. Según MacCulloch, esto pone de manifiesto un trasfondo de disputas por la autoridad dentro de la Iglesia primitiva, donde las estructuras familiares compiten con las nuevas comunidades de fe.
La lucha entre la relevancia de los lazos sanguíneos y la formación de una familía alternativa de creyentes es un tema recurrente a lo largo de la historia del cristianismo. El investigador advierte sobre la problemática de asociar las modernas nociones de familia con la esencia del cristianismo, señalando que la relación es mucho más compleja de lo que comúnmente se reconoce.
La crítica histórica y la interpretación bíblica
El surgimiento de la crítica histórica moderna ha transformado la relación de los creyentes con los textos sagrados, proporcionando herramientas para distinguir el verdadero contenido de la Biblia de las interpretaciones impuestas por la tradición. MacCulloch argumenta que este enfoque no solo valida lo que está presente en las narrativas bíblicas, sino también lo que ha sido omitido, permitiendo identificar las capas de significados que han sido añadidas posteriormente.
Este análisis enriquece la vida religiosa puesto que ofrece la posibilidad de decisiones informadas respecto a la propia fe, en lugar de someterse ciegamente a lo que las autoridades han dictado. La comprensión consciente y la información son, a su juicio, preferibles a la aceptación pasiva de dogmas que son considerados verdades absolutas.
El desafío de la autoexploración
No obstante, el experto alerta sobre un riesgo común que comparten críticos seculares y fundamentalistas: ambos tienden a distorsionar el texto bíblico, adaptándolo a sus propias imágenes y conceptos. MacCulloch enfatiza que la Biblia es un conjunto de textos que nos trasciende y, en ocasiones, resulta extraño o incómodo. «La Biblia es un corpus diverso que desafía la conveniencia de interpretar sus escritos a la medida de uno mismo», afirma.
Cuestiones de género y la figura de María
Las discusiones sobre sexo, género y el papel de María son cruciales en la evolución del pensamiento cristiano. El dogma de la Inmaculada Concepción, que sostiene que María fue concebida sin pecado para permitir una gestación pura, se basa en condiciones ajenas al relato evangélico sobre el nacimiento de Jesús. MacCulloch señala que esta doctrina surge de la fusión de dos conceptos: la virginidad de María en la concepción y la idea de su «virginidad perpetua», que implica que ella mantuvo su virginidad toda su vida junto a José.
La idea de la virginidad de María, según el especialista, se origina en una obra siria del siglo II llamada Protoevangelio de Santiago, que introduce un matiz legendario que no se halla en los textos canónicos. Aunque esta imagen se popularizó, el Nuevo Testamento establece que Jesús tuvo hermanos y hermanas, contradiciendo abiertamente la doctrina de la virginidad perpetua. La consolidación de esta creencia ha planteado un reto para la tradición eclesiástica, que prefiere mantener una narrativa uniforme.
Contradicciones en los relatos del nacimiento de Jesús
MacCulloch sugiere que la transformación en la percepción de la santidad y sexualidad de María ilustra cómo la Iglesia ha gestionado las narrativas bíblicas frente a las exigencias doctrinales de cada periodo. Esto pone de relieve la discrepancia entre los textos fundacionales y muchos elementos que posteriormente fueron considerados centrales para la teología y la devoción popular.
Un mensaje transformador de amor y aceptación
El relato del nacimiento de Jesús sigue siendo atractivo y relevante, a pesar de las notables diferencias entre las narrativas de los evangelios. Según MacCulloch, este episodio perdura en la memoria colectiva no solo por las imágenes icónicas de los pesebres, sino también por la fortaleza narrativa que ofrecen los relatos de Mateo y Lucas. El contraste entre estas versiones refleja un aspecto esencial de la visión cristiana: la vulnerabilidad de un recién nacido despojado de poder desafía las convenciones mundanas apoyadas en la fuerza.
El niño que nace en un contexto de marginación, sostiene el investigador, representa una oposición al dominio de las estructuras de poder. La narración ilustra cómo ese ser indefenso, al crecer, guiará hacia una muerte humillante a manos de las mismas fuerzas opresoras. Desde la cuna hasta la cruz, la tradición cristiana transmite un mensaje sobre la aceptación plena de la condición humana y el poder espiritual.
Reflexiones sobre las relaciones familiares durante las festividades
En medio de las tensiones familiares típicas de la navidad, MacCulloch invita a recordar una enseñanza de Jesús en el Sermón del Monte según Mateo: «No juzguen para no ser juzgados» (Mateo 7:1). Esta enseñanza no solo sirve como un recordatorio, sino también como un antídoto a la propensión de emitir juicios apresurados durante las celebraciones. La invitación a la autocrítica propuesta por Jesús es un mensaje que trasciende épocas y dogmas, y cobra relevancia cada vez que las familias se reúnen a pesar de sus diferencias.
