Una presencia naval en ascenso
Las aguas del Caribe, cercanas a Venezuela, se encuentran en un estado de ebullición por la reciente «Operación Southern Spear», impulsada por el expresidente Donald Trump en su aparente lucha contra el narcoterrorismo. Esta iniciativa ha llevado el despliegue de una fuerza naval estadounidense en la región que supera incluso el contingente presente durante la invasión de Panamá en 1989.
La militarización por parte de Estados Unidos en el Caribe ha alcanzado niveles que algunos analistas comparan con la acumulación naval de 1965, durante la Operación Power Pack, cuando el presidente Lyndon B. Johnson temía que la inestabilidad en la República Dominicana condujera a una «segunda Cuba». En aquella ocasión, EE.UU. movilizó a 42.000 marines y una flota de 41 buques de guerra para intervenir en el conflicto.
Comparaciones con conflictos históricos
Algunos expertos también sugieren similitudes con las tácticas empleadas durante la Guerra del Golfo, específicamente en la Operación Tormenta del Desierto. Aunque el enfoque en aquel entonces fue el Golfo Pérsico, la idea de usar una fuerza abrumadora para provocar un cambio político bajo el pretexto de una «amenaza a la seguridad nacional» (como en este caso el narcoterrorismo) es similar.
Despliegue estadounidense en la región
El corazón de la presencia de EE.UU. en el Caribe radica en el USS Gerald R. Ford, el portaaviones más avanzado de su flota, que lidera un grupo de ataque dotado de:
- Poder de Fuego Marítimo: Al menos 11 buques de guerra, incluyendo destructores como el USS Gravely y USS Stockdale, así como cruceros y barcos de asalto anfibio.
- Capacidad Submarina: Un submarino de propulsión nuclear ha sido confirmado en la zona, capaz de lanzar misiles Tomahawk.
- Componente Aéreo: Más de 75 aeronaves operan desde el portaaviones, incluidos cazas F-35C y drones MQ-9 Reaper.
- Fuerzas de Tierra: Cerca de 15.000 efectivos se encuentran activos en la región, incluidos marines expendicionarios.
La capacidad de Venezuela frente a EE.UU.
En una evaluación comparativa, la capacidad de EE.UU. podría considerarse un 10 en combate abierto, mientras que Venezuela se ubica en un 2. A pesar de esto, su capacidad disuasoria es notable gracias a sistemas avanzados como los S-300 y la posibilidad de llevar a cabo una guerra de guerrillas que podría resultar en altos costos políticos para el gobierno estadounidense.
Defensas venezolanas y estrategias
Venezuela apuesta por tres elementos fundamentales en su estrategia de defensa:
- Escudo de Hierro: Su avanzada red de defensa antiaérea incluye el S-300VM, capaz de interceptar amenazas a 200 km, y sistemas de corto alcance como el Buk-M2E.
- Capacidad de ataque quirúrgico: Aunque su flota es modesta, Venezuela cuenta con cazas Su-30MK2 y submarinos que pueden complicar la situación para EE.UU.
- Fusión Popular-Militar: Maduro también cuenta con una red de milicianos estimada en más de 4.5 millones, listos para convertir el territorio en un foco de resistencia.
Hostigamiento y bloqueos en el conflicto actual
En su estrategia de hostigamiento, EE.UU. ha intensificado sus ataques a lanchas que supuestamente transportan drogas, con un total de 26 ataques y al menos 99 muertes reportadas. Además, Trump ha ordenado un bloqueo naval a los petroleros que manejan productos desde o hacia Venezuela, lo que ha llevado al gobierno venezolano a coordinar la escolta de estos barcos, elevando el riesgo de confrontación.
De acuerdo a informes, al menos 30 buques sancionados navegan por aguas cercanas a Venezuela, lo que podría ser indicativo de ajustes en las rutas marítimas por temor a represalias.
